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per Pep Segalés

La Iglesia estructural
Casi nací, me crié, dentro de la iglesia católica, como me supongo le pasó a muchos de mi generación y entorno. Mis padres fueron catequistas, pertenecientes a organizaciones católicas, la HOAC y la Legión de María. Dentro de esta iglesia institucional, la única conocida, tuve mis experiencias de fe, algunas de ellas más significativas, en el culto. De joven, de la Iglesia solamente detectaba defectos personales. Con la lectura y los comentarios de teólogos de izquierda de los documentos conciliares, a finales de la década de los 60´s allá en el Seminario Escolapio de Albelda de Iregua, sobre todo, conocí teóricamente otra manera de ver la Iglesia. Luego recuerdo que en el Seminario de Barcelona al profesor que me examinó sobre el Sacerdocio le dije que no veía al sacerdote como el hombre de los poderes: el poder de enseñar, de consagrar, de perdonar... Eramos muy sensibles a esa palabra, nos mirábamos más bien disueltos en el corazón de las masas. No sé si fue por mi aclaración o porque simplemente no había estudiado casi me reprueba.

La Iglesia crítica
Empecé a conocer la práctica de esta otra manera de ser iglesia en los cristianos, curas y laicos, que vivían por los años 70´s allá en las Arenas de Terrassa y con el colectivo “especial” de los escolapios, que llamaban PAM, integrado por los religiosos que vivían austera y comprometidamente en las periferias de las ciudades. Después lo mismo en el Campo de la Bota y la Mina con el colectivo de laicos, monjas y curas.

En estos años una gran cantidad de sacerdotes a quienes admiraba eran sumamente críticos, desafiantes, con la institución. Me vienen rostros de los curas de Terrassa. Muchos, de vida y compromiso ejemplar, se salieron del sacerdocio ministerial. Por otro lado veía ya muy claramente las infidelidades o contradicciones de la Iglesia Católica institucional: el papel de la Iglesia con Franco y los dictadores, las complicidades con los poderosos, los silencios ante la dictaduras, el acento sobre lo sexual en detrimento de lo social etc... Entre varios compañeros seminaristas, siguiendo procesos distintos y sin comunicación entre nosotros, habíamos llegado al mismo criterio: ser sacerdote es aceptar un poder dentro de la iglesia, al menos, de dudoso origen y dudosos fines. Algunos de mis compañeros de seminario se habían salido y habían optado por la vida laica. Y ciertamente vivían un compromiso radical de pobreza, generosidad y valentía que yo admiraba y de alguna manera deseaba. Algunos vivían el celibato mejor que yo. En esta confusión ideológica, aunada a la confusión sentimental, tomé la decisión de distanciarme del presente. Ingenuamente tal vez, pensé que la distancia física me ayudaría a clarificarme. Hacía años que no profesaba ya como religioso. Era julio del año 1975 que partí, como laico voluntario, de forma algo traumática a México.

La debilidad.
El curso 1975-76 pasado en México fue importante. Me tocó vivir en una total pobreza y soledad. Y con un trabajo desgastante: director y maestro de tercero y cuarto de una escuela rural con muchas carencias, y corresponsable de los niños callejeros que el buen Chinchachoma, alias escolapio Alejandro García Durán nos dejó de herencia cuando la gente, los superiores y hermanos escolapios y el obispo lo “corrieron” de Puebla, México. Con el tiempo me fui abandonando interiormente y sentía que la comodidad , la evasión, el conformismo, etc me tenían ganado. Y la soledad. Constaté que mi debilidad urgía una estructura que me ayudara. Necesitaba los hermanos cercanos que con su vida exigente animaran constantemente la mía. Necesitaba también el reglamento que me urgiera y facilitara el cumplimento de los medios para la vida cristiana: la oración, los retiros espirituales, el horario etc... (Después me di cuenta que aunque algunos de mis hermanos poquito me ayudaran en las exigencias, quienes sí me ayudaron fueron los laicos con quienes compartía la fe y los trabajos por el Reino). No me animé por el matrimonio y decidí regresar a la vida religiosa escolapia.

Los testimonios vivos del cambio
El ejemplo del Francesc Botey y del mismo Chinchachoma, entre otros, me recordaba nuevamente que es posible ser religioso y ser comprometido al estilo que deseaba. Igualmente los curas del Salvador y de América Latina que morían por la justicia. Pero ciertamente retornaba a la vida religiosa por debilidad propia, admirando siempre a los compañeros que seguían fieles a Jesús de forma radical al margen de las congregaciones religiosas. Algunos son miembros de la diáspora.

Y la esperanza del cambio estructural
También me tocó vivir y a mi pobre manera contribuir a la expansión de “esta otra manera de ser iglesia” que concretábamos en las Comunidades Eclesiales de Base. Asistía a las juntas y tenía cargos en la organización a nivel diocesano. Ser sacerdote en estos momentos tenía un aliciente: contribuir desde arriba a rebajar “el arriba” y a subir “el abajo”. Todo cerro será aplanado y todo hoyo cubierto. Creía posible que la misma dinámica de la Iglesia colocaría la jerarquía eclesiástica en el lugar soñado. Un ministerio de servicio desde el Evangelio. Viví ya muchos ambientes, sobre todo en Senec y en las CEBS en donde este sueño empezaba a ser realidad. Y confiados que los que vendrían atrás avanzarían mucho más en los cambios y empujarían la Iglesia hacia esta nueva manera de ser.

En esta época, a finales de los 70´s políticamente tenía esperanzas de la expansión de los gobiernos populares que defenderían la soberanía de los países y las mejoras de las clases populares. Viví intensamente y de cerca el proceso de centro-américa, especialmente de Nicaragua y Guatemala. Eran tiempos de esperanza política y eclesial.

El sacerdocio
Con un grupo de religiosos, religiosas y laicos, animados por Miquel Martí y Francesc Botey entré con todas mis fuerzas al Secretariado de Experiencias Nuevas de Educación Comunitaria. Con ellos entendí poquito lo que es el trabajo comuntario, las herramientas para que juntos pasemos “del sub-hombre al hombre y de hombre a hijo de Dios”, como sintetizaba Pancho Botey. Aquellos embriones del Reino vividos con el colectivo de maestros del Manuel de Falla y de la Escuela Profesional de la Mina, aquella manera de vivir la vida religiosa allá en el Campo de la Bota, en donde hoy se asienta el Forum, etc... ahora lo podía vivir de forma más desplegada, a horizontes americanos. Fue precisamente para proteger los procesos comunitarios, que en México están profundamente inyectados de religiosidad que pedí el sacerdocio. Por la debilidad de las estructuras populares y por el poder de las estructuras eclesiales. Un cura puede desbaratar facilmente los procesos populares. Creía que era una manera de proteger al pobre y sus organizaciones eclesiales y sociales. Creía que era una manera de que el pobre, muchas veces auto-marginado por la institución se sientiera con todo derecho parte privilegiada, consentida de dicha institución. Era una manera de decirles a los marginados, felices ustedes porque de ustedes es la Iglesia, porque ustedes son la Iglesia.

La involución
Y pasaron los años y aquella otra manera de ser iglesia no se realizó tal como seguramanente con ingenuidad suspiraba. Las CEBS quedaron en muchos lugares como un movimiento más dentro de la parroquia. Llegó la persecución de las altas jerarquías a todo el movimiento de la teología de la liberación y su práctica. Llegó la involución. Y ahora me encuentro de nuevo rodeado de feligreses que tienen la imagen del sacerdote casi pre-conciliar. Y de nuevo me encuentro prácticamente con todas las llaves o poderes en la mano. Sigue la pirámide, sigue ausente el vivir como la familia de Jesús. A nadie digan padre, a nadie digan maestros. Los de arriba oprimen, no sea así entre ustedes. Cosa que mis compañeros sacerdotes ven normal y los feligreses también. Y quienes iban detrás en los seminarios, la esperanza de mayor radicalidad en esos asuntos, más bien echaron marcha atrás y se acomodaron con lo antiguo. ¡Bye bye, concilio!

El caballo de Troya
A veces me consuelo creyéndome metido en el caballo de Troya dentro de la fortaleza de la jerarquía y así aunque no puedo minar la institución, al menos puedo defender desde dentro, en algún detalle, la causa de los de afuera, de los sin voz. He podido desviar fondos hacia las causas populares, he podido alentar iniciativas de abajo que tal vez otros no hubieran permitido, he podido cobijar. Pero si hubiera sido más valiente y fiel, a estas alturas ya hubiera sufrido la persecución como todos aquellos, quienes, al estilo de Jesús, denunciaron la institución. En este sentido me siento profundamente mediocre.

Los sufrimientos de pertenecer a la jerarquía
Hoy celebramos la Peregrinación de los sacerdotes y religiosos a la Catedral para festejar la Virgen de Guadalupe. Erámos unos 100 sacerdotes y otro tanto de seminaristas y monjas. Una de las avenidas más importantes de Mexicali cerradas al tránsito. Nos escoltaban dos patrullas y varios motociclistas. El obispo habló del gran ejemplo que dimos a la población. Yo sufrí la procesión como un abuso de poder, como un privilegio. Mañana será la procesión de las Escuelas Católicas, al otro día de los niños del catecismo y así durante los nueve días del Novenario.

Me duele ser parte jerárquica de una iglesia que busca evangelizar desde el poder. Ver las autoridades eclesiásticas de la mano de las civiles, entrar en el mundo de la politiquería. Yo te doy y tu me das. En 1989 viví en carne propia el reconocimiento legal de la iglesia católica mexicana, anulado desde las mitades del siglo XIX, como pago por el silencio ante el fraude electoral a favor del candidato Carlos Salinas de Gortari quien había perdido las elecciones.
Me duele la discriminación de la mujer. No puede presidir la Eucaristía, ni siquiera puede predicar en la Misa.
Me duele que el signo de pertenencia profunda a la iglesia, la comunión, el comulgar o no comulgar, prácticamente depende del cumplimiento del sexto mandamiento, tal como lo entienden los de arriba. No puedes comulgar si no estás casado por la Iglesia. Pero ¡ comulga el Pinochet o el Franco y todos los empobrecedores y tiranos de la humanidad que se declaren católicos pero que estén bien casados!.
Me duele un derecho canónico con todos los poderes de la Iglesia en manos de la jerarquía. Como la manera de elegir a los sacerdotes y obispos. Me duele un larguísimo etc etc

A mi escala
El papa institucionalmente se relaciona con los jefes de estado, los obispos con los gobernadores y grandes autoridades políticas, los sacerdotes con los alcaldes. En algunos lugares de México a mi me tocaba presidir las mesas de clausura escolar con los delegados municipales, ciertamente cualquier vecino, con escasísimo poder. Pero la correlación era la misma. Y siempre estuve incómodo. ¿Qué sería de mi si me hubieran encomendado una parroquia de una gran ciudad? El camino elegido por la jerarquía eclesiástica no es el mismo que Jesús. Ante las autoridades Jesús fue siempre sumamente crítico y áspero. Hablando de Herodes les dijo Vayan y digan a esta zorra...,Y a los discípulos les recordó los que mandan tiranizan, no sea así entre ustedes...”

Una nota (mini-manipulación exegética): Si la Iglesia está “cimentada sobre los apóstoles y los profetas” Ef, 2, 20 Tal vez la representativad de la misma ante el mundo debería recaer no sobre los apóstoles (la jerarquía) sino sobre los profetas, aquellos cuya vida fuera más parecida a la de Jesús. Gente sin poder y críticos al poder, sin mucho dinero, más espirituales, vaya, pienso en muchos de ustedes, mis amigos de la Diáspora, cuyos rostros traducen más a Jesús. ¡ Si esta representatividad ya se la otorgan los mismos pobres!

Los descubrimientos de estar dentro de la jerarquía
Como Dios es Dios y todo lo aprovecha, ciertamente que en esta actual estructura hay mucho de bueno y se hace mucho bien. Esto no es señal de ortopraxis dentro de la Iglesia. Es señal simplemente de que Dios aprovecha todo resquicio para hacer su obra (igualmente Dios debe manifestarse en los ejércitos, por ejemplo, y seguramente en el cuerpo represor de cualquier gobierno, pues Dios está en todas partes)

Ciertamente la jerarquía católica en muchos lugares, sobre todo en el Tercer Mundo , goza de un prestigio acumulado en siglos. En estos tiempos de tanta corrupción política, mucha gente se voltea a nuestra iglesia y confía en ella. Y es un hecho que la gente al creer busca el grupo o iglesia en donde compartir y alimentar su fe. Si la Iglesia no da institución a esta gente, otros se encargan de dársela. Aquí son las sectas con nefastas consecuencias.

Una voz alternativa posible
La Iglesia católica tal vez sea la única institución de ámbito universal que todavía no controla el imperio. Y urge desbaratarla y sustituirla por otras religiones más, ¿todavía más? manipulables. La Iglesia Católica, muchas veces simplemente a nivel de discurso, aunque también con hechos, habló contra la guerra de Irak, contra las guerras preventivas, a favor de la causa palestina, habló a favor de la condonación de la deuda, contra la militarización del espacio, contra la pena de muerte etc...Es una voz discordante y opuesta al pensamiento único. Una voz que puede ser utilizada y en muchos lugares lo es a favor de la humanidad. Generalmente estas voces no se publican en los periódicos ni salen en los telediarios. Lógico. Sólo sale lo aprovechable para el descrédito: las babosadas que los obispos dicen sobre sexo, o los intentos de acaparar poder.

Una praxis alternativa nacida en la Institución
También pienso que no se pueden escribir las luchas de liberación de América Latina, al menos, sin tener en cuenta que las estructuras católicas, fueron un apoyo muy importante y en casos decisivo. Desde los libertadores de las patrias, pienso en nuestro Hidalgo y Morelos. También la historia de las comisiones obreras, de las organizaciones clandestinas en España, la lucha antifranquista hubiera sido muy otra sin la estructura de la Iglesia católica que se decantó por el cambio.

No hacerle el juego al imperio
Criticar la Iglesia católica por sus graves defectos, y no ver, valorar y apoyar la parte positiva, puede quitar fuerza a esta voz, única o de las pocas a nivel mundial, no totalmente controlada por el pensamiento único y que es y podría convertirse aún más en una voz crítica y alternativa. Si al mismo tiempo que se critica no se levanta una opción mejor, puede la humanidad quedar totalmente en manos del “poder único”. Cuidado pues que al criticar la iglesia católica, al quitarle poder (me refiero al poder en favor de los desheredados) no le estemos haciendo el juego al imperio.

Por las partes bajas
El estorbo de la Iglesia Católica bien lo saben los gringos que la tienen agarrada de sus partes débiles con los escándolos de la pederastia, y continuamente la denigran, y con efectiviad (hace poco dos compañeros míos escolapios andaban de clergyman por las calles de los Angeles y un niño le dijo a otro, “mira aquí van dos abusadores de niños”) Bien lo sabe el gobierno gringo que han dado consigna a Hollywood para que película sí, película también desacredite la Iglesia Católica. El apoyo descarado a las sectas forma parte de este lucha en contra de la Iglesia Católica. El voto de las sectas en USA fue determinante para la reelección de Bush.

Partidos y desavenencias
El capitalismo mundial obliga en todas partes y al precio que sea a la formación de partidos. En la práctica muchas veces eso fomenta la partición de la organización popular y el deterioro de la convivencia normal de los pobres (Esta racionalidad europea con qué tal vez se vive la pertenencia a los partidos no se da de la misma manera en el tercer mundo, por ejemplo, en donde los sentimientos bloquan la razón y la gente se divide, se parte, y se aisla). No sorprende que el sistema se aferre a su política partidista. Bien lo sabe el imperio que no traga otra manera de democracia o participación política. Por ejemplo lo que se hace en Cuba, entre indígenas, entre los zapatistas, entre los bolivarianos de Venezuela o se intentó con los sandinistas. Haz partidos, divide, y vencerás. ¡Cuántas organizaciones e iniciaticas sociales y políticas he visto desbaratarse por culpa de los partidos! Y conste que no estoy en contra de la política de partidos, sino en contra de una manera de hacer de muchos partidos y de las imposiciones de un tipo de democracia, cfr lo que está pasando ahora con la “democratización” de Irak.

El arco iris de la Iglesia Católica
En muchos lugares gentes de partidos distintos solamente se encuentran en las iglesias y desde ellas se hacen cosas conjuntamente. Dentro de la Iglesia Católica estamos de todos los partidos habidos y por haber, estamos los ricos y los pobres, las derechas y las izquierdas, los blancos y los negros, los con papeles y los sin papeles, los de un idioma y los del otro, el patrón y el obrero, el soldado gringo católico y el irakí católico, que los hay, las comunidades de base, las comunidades zapatistas, los guerrilleros y el Opus Dei y Los legionarios de Cristo, los puros y los impuros. El cumplidor de normas religiosas y el incumplidor. El Ratzinguer y el Pere Casaldáliga. Esta casa tan abierta ¿será única en el mundo? ¿Vivir dentro de estos opuestos es dañino para la persona? ¿Bien sospesada en sus pros y contras la Iglesia Católica es dañina para la causa de los pobres? ¿Sería bueno para la humanidad que desapareciera la Iglesia Católica como institución y quedara solamente el Evangelio? ¿Las alternativas que van surgiendo para rellenar “el vacío religioso” de muchas mayorías, sobre todo en el Tercer mundo, son más humanizadoras?

Ir en contra
Chocar con la jerarquía, supone estrellarse. Recuerdo consejos del Jaume Botey. En grupo tal vez podría implementar “planes de choque”. Sólo, como “profeta”, no me animo. Y es cansado siempre este tirar la piedra y esconder la mano, o hacerse de la “viu-viu” o darle vueltas al asunto, y esquivar.

Estando tan metido en el corazón de la institución, me siento muy alejado de ella. No se siento a gusto en ambientes clericales, en muchas concelebraciones. Me siento muy cercano a alguno de ustedes, amigos de la diáspora, a quienes admiro y a menudo envidio. A veces me pregunto.. y ¿por qué no he dejado la institución? Tal vez en el diván del siquiatra, con algun amigo/a con un vaso de vino en la mano, o en el confesionario encontraría la respuesta.

Acepto ser liberado de la gran institución con todas sus contradicciones.
Creo y admiro a los curas “obreros”, quienes gran parte del día viven al estilo de Jesús de Nazaret, trabajando como cualquiera, y en ratos, sobre todo fines de semana, lo dedican al ministerio y creo (la admiración está repartida pues de esos segundos somos muchos y de muchos colores) en los curas “liberados”, es decir, en aquellos, que tenemos las 24 horas del día-noche para el ministerio, entendido como trabajo y lucha por el reino dentro de la Institución. Por lo tanto en parte mantenemos dicha institución con todas sus contradicciones y en parte somo servidores del Reino. Unos viven del sueldo, otros de la limosna, siempre y cuando no sea dada por el gobierno. Son dos maneras que se deberían de aceptar según el carisma de cada quien. Otro dolor, pues, la supresión oficial de los curas obreros (¿por qué no reprimen a los curas trabajadores de la docencia, vgr a los escolapios o de la sanidad? ¿Para los de arriba hay profesiones dignas y otras indignas?) Ciertamente es hermosa, aunque cansada, esta tarea de tener todo el día para implementar las causas del Reino, a ese nivel me siento muy realizado y contento. Tal vez el concepto político, dentro del partido o la guerrilla, de la necesidad de crear los liberados permea esta visión.

Iglesia bonita
La gente, hablo de México, se me acerca y confía y me confía. Algo de lo que no me canso de dar gracias a Dios es de la grandeza de la gente pobre. Y de la gente católica, la que conozco, la que me abre el corazón. ¡Hay tanto de generosidad, hay tanto de heroísmo en la gente! Y hay tanta fe en Jesús, tanta fe en la providencia y misericordia de Dios. Gracias a este poder que tengo soy testigo de cómo viven y mueren los pobres. ¡Con qué paz, con qué certeza de Dios mueren os pobres que son creyentes, que son la mayoría de la Iglesia Católica!. Cuidado que con hablar mal y denunciar la estructura interna de la iglesia que permite que los más mediocres ocupemos cargos y la representatividad de la misma, cosa que hay que hacer, cuidado, pues, que no nos carguemos lo que realmente es la iglesia católica, una masa inmensa de pobres cuyas vidas sencillas, generosas, abiertas, abofetean las nuestras. Basta ver cómo se despiden de América Latina los voluntarios del Primer Mundo que vienen al tercero con buena voluntad. “Iglesia bonita, semilla del Reino, iglesia sencilla corazón, corazón del pueblo...” canto de corazón

Mi modus vivendi
Por el poco tiempo que me queda de vida ya no veré una iglesia radicalmente distinta de la iglesia constantiniana. Desandar la involución llevará tiempo, si es que se da. Dios quiera que así sea y la vean sus nietos. No veré una iglesia tirando a comunidad de comunidades que existió en los primeros siglos, y que en algunos de sus aspectos añoro. Me quedo, de momento, en la estructura, siendo parte de la jerarquía, asumiendo la parte de culpabilidad en el apoyo a la misma. Si digo que tengo un poder, que puesto al servicio del Evangelio, puede ser muy eficiente, ¿estaré diciendo algo contradictorio e imposible?. ¿El poder es de entrada anti-evangélico?.

Me quedo buscando compartir este poder con los de abajo, intentando que las aspiraciones hermosas, libres, nacidas del evangelio, de los de abajo puedan cristalizarse, aunque sea temporalmente y gozando lo que me permite este estar arriba. Con el tiempo uno va aprendiendo este oficio de construir comunidad, de alentar procesos internos de la gente, de aliviar cargas para uno y cargar otras para otros y crear pequeñas estructuras de poder popular o de comunidad que ayude a los más débiles, al estilo de las descritas de forma ejemplar por Hechos de los Apóstoles. Ya es un poco el modus vivendi., con todo lo que supone de vejez, de cansancio y de pecado.

Me quedo con esta dolorosa esquizofrenia: un cuerpo y un alma repartidos entre la institución y la diáspora. Cuando Jaume habla que “la respuesta a una institución religiosa que utiliza el poder político para sus fines, a mi entender no debería ser el abandono de la institución sinó una nueva manera de estar en ella” pienso que entre todos la encontrarán. Que Diosito los ilumine.

¿Cómo vivir la fe al margen de la institución?
Me pregunto como ustedes ¿debemos tener presencia como grupo Diáspora en instituciones eclesiales, sociales o políticas? ¿Si o no? ¿Con cuáles? ¿Vinculaciones esporádicas o formales? ¿Cómo? No tengo respuestas. El sábado 18 mientras compartan sus pensamientos y vidas, aquí estaremos bien metidos en las Posadas. Por la mañana la Posada con los catequistas, por la tarde la posada con los adictos del centro de Rehabilitación del Oasis. Las Posadas son un evento nacido de la Iglesia católica colonial que convertido en profano o laico en muchos ambientes hoy en día, es un tesoro antropológico que humaniza realmente las relaciones personales del pueblo mexicano. Es la gran fiesta de todo México. Cualquier sociólogo debe admitir el gran regalo de esta costumbre de origen católico al pueblo mexicano.

Acabo de pasar unas horas jugando “una lotería o bingo sui generis” con los adictos del Centro de Rehabilitación Oasis del Desierto. Con ellos, mientras jugábamos y chupábamos paletas o chupa-chups hemos hablado de Jesús, de esperanza de una vida mejor, nos hemos reído, nos hemos abrazado. ¿Cómo vivir la fe al margen de la Institución? Hoy me tocó, lo que ustedes hacen a todas horas, vivir la fe con los marginados de la institución, (llámese familia, llámese gobierno, llámese Iglesia. ).

Bon Nadal, a tots
Seguramente, como acostumbro, no he respondido al cuestionario. He pixat fora de gibrell. Pero una vez más les agradezco que me hayan permitido desahogar mi emobrollos personales. ¿Con quién, sino con ustedes? Reciban este compartir como mi felicitación navideña. Espero que alguien se apiade de mi y me mande lo más que se pueda de este compartir sabroso que será la próxima junta del sábado 18. Su paciencia, su oración, sus comentarios a este escrito y el resumen de sus aportaciones lo recibo como si fueran el regalo de los turrones navideños.

Pep de Mexicali 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, del 2004
En memoria de Conxita Sora, la que sembraba a 100 años vista.