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(Aproximación franciscana al escándalo de las Bienaventuranzas)

per BERNABÉ BEN H'AROPSAID

"Dos cosas te pido,
no me las rehuses antes de mi muerte:
Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa:
no me des ni pobreza ni riqueza,
dame la ración necesaria,
no sea que llegue a hartarme y reniegue
y diga: "¿Quién es Yahveh?";
o no sea que, siendo pobre, me dé al robo
e injurie el nombre de mi Dios"
(Prov.30, 7-9)

<Desde la oración>
Ayer, estaba en el mundo Contigo. Mucho antes, estaba en el mundo sin Ti. Y hoy, ahora, estoy Contigo sin mundo...¡¿Por qué?!...Desde la perplejidad, no sin sonrojo, con temor y temblor, digo:
Creo en la pobreza necesaria: no como utopía de un mundo mejor, sino como forma de estar, luchar y vivir para salvar vidas; no para "hablar en lenguas" y sentirme mejor, bueno y salvado, sino para predicar, denunciar y acusar; no para juzgar, sino para clarificar con la oración -de silencio, palabra y acción- que no se trata de que yo sea, sino de que ellos sean y vivan y tú por ellos transparezcas.
(No es que renuncie o no quiera o no me guste un mundo mejor, pero no sé si una cosa así puede ser para mí. O como dice mi padre, refiriéndose a la lucha obrera: es como si jugásemos con dos barajas, una, para perder siempre y, otra, para no ganar nunca..., pero así avanzamos).

<Desde la Diáspora>

discurso de la dama pobreza
"Mas, ¡ay!, poco después sobrevino la paz;
pero una paz más nefasta que la guerra.(...)
Y ved ahora cómo realmente en la paz reside mi mayor amargura.
Mientras reina esa paz, todo el mundo huye de mí, todos me desechan,
nadie me busca, sufro el abandono universal.(...)
Los extraños me dejan en paz, los hijos me declaran la guerra.
(...) Pero permanecía a mi lado la consumación de todas las virtudes, la dama Persecución,
a quien el Señor confirió -al igual que a mí- el reino de los cielos.
Ella era en todo mi fiel colaboradora, mi fuerte protectora y prudente consejera.
(...) Pero a hora me ha dejado sola mi hermana y no está conmigo la luz de mis ojos."
(sacrum commercium.- San Francisco de Asís -B.A.C.-)

No es lo mismo la "opción por los pobres" que la "opción por la pobreza". Creo que puede decirse que los pobres, los miserables, los desechables, no optan por la miseria que les mata y les roba hasta lo que no tienen. Emigrar, trabajar, trapichear, delinquir, empuñar las armas, no son actuaciones, para ellos, tan lejanas o distantes -cuando no equivalentes- a la acción de salvar la vida, la suya y la de los suyos. Ellos tienen la vida amenazada o condenada -o ambas cosas a la vez-; ellos no pueden darla por supuesto (J.Sobrino): el derecho a la vida, sencillamente, no lo tienen.
La pobreza necesaria, para los miserables, es una opción imposible, -en palabras del subcomandente Marcos- "un futuro negado". Lo que para ellos está claro -dentro de la no claridad que suelen tener las cosas de este mundo-, para nosotros no lo está, porque nosotros sí podemos elegir la ración necesaria y no esperar a que nos la dé Dios. Y lo que para ellos es una negación, para nosotros, tal vez sea, sencillamente, una obligación.
Una obligación moral, porque estamos ligados a ellos, su porvenir es el nuestro, si ellos se mueren, nosotros les seguiremos en su misma muerte -"Confieso que he 'morido", se titulará, tal vez, la última autobiografía..., que los ángeles leerán...(supongo).
Es, además, una obligación religiosa, porque estamos ligados a él y a su reino por nosotros mismos y, si hay alguien más, es que somos nosotros. Y bien pudiera ser que uno no quisiera salvarse, por lo menos, hasta que la última víctima inocente entre en el Reino de Dios; bien podría decidir esperar y esperarse toda una eternidad, si fuera necesario, sin prisas ni "desesperos".
Pero también es una obligación política, porque ligados estamos a ellos por él en la construcción de una democracia real para todos. No podemos buscar nuestro propio interés, sino el del prójimo (1Co 10, 24).
La acción política responde a una doble exigencia: lo que tiene que ser, por un lado, y lo que debe ser, por otro. Lo primero la legitima y lo segundo la justifica. Por ejemplo: es legítimo dar de comer al hambriento -se pongan como se pongan los intereses creados, por eso, se paga con la vida, muchas veces, ser solidario-, pero justo es enseñarles a pescar -o dejarles sitio para que pesquen a su manera-; legítima es una ocupación de tierras, por que justa es la relación de pertenencia a la tierra, como injusta es la propiedad posesiva y excluyente; legítima es la ocupación de viviendas vacías, porque injusto es que las relaciones de uso de los espacios urbanos excluyan las relaciones de pertenencia a los mismos, necesarias para ser personas -y las relaciones de pertenencia son de integración y no de exclusión-; legítimo y necesario es el compromiso político, porque bueno es que el amparo social o institucional, a través de todos los instrumentos de trabajo social, llegue a todos los rincones de la casa (local, regional, nacional, mundial) - y mirando siempre, como los bueno mayordomos, debajo de las alfombras-, pero, quizás, no fuera justo confundir una realidad bien ordenada y atendida -por la que yo muy gustosamente firmaría , aquí y ahora- con la fraternidad.necesaria, porque bien pudiera ésta "olvidar " a Dios o estar ocultando, a pesar de los pesares, la desesperación más desesperada; legítima es la lucha sindical, para defender y conquistar derechos sociales amenazados o necesarios, pero es justo no confundir un "puesto de trabajo" con el "derecho al trabajo": lo primero aliena y excluye, lo segundo exige seguir combatiendo la alienación del trabajo, aunque no tengamos una solución para esta enfermedad; legítima es la insurrección armada de los pueblos oprimidos, porque mueren menos que cuando tienen paz, pero justo es una paz justa y no ajusticiada.
Legítima y necesaria es la "opción por los pobres", pero justa, para nosotros, es la obligación, también, necesaria de optar por la pobreza necesaria. Elección difícil y complicada por multitud de razones y todas verdaderas, que dan como resultado algo así como algo más que una impresión de estar atrapados en un extraño y perverso juicio de Salomón. Nosotros estiramos para ayudar y salvar, viene entonces el enemigo, la necedad, y dice: "¡Esto es mío!", nosotros sordeamos y estiramos; llega el sistema y sanciona, "¡Lo partiré por la mitad!", nosotros, escandalizados, decimos; "¡No, por Dios, todo para ella, la necedad!". Y ella, va y se lo queda. Y nosotros, nos quedamos...mal, muy mal...abiertos y esperando.
Creo que, así como San Francisco "una vez, en la presencia del obispo, no sufre demora ni vacila por nada; más bien, sin esperar palabra ni decirla, inmediatamente, quitándose y tirando todos sus vestidos, se los restituye al padre" (San Francisco, p.150, BAC), nosotros, quizás, podríamos, en el terreno económico, proponer y oponer, a unos y a otros, la ración necesaria; en lo político, enfrentar la humanidad necesaria a la Gestión Impersonal; en lo cultural, combatir, con la pobreza necesaria, el actual Modelo de Bienestar y la Sociedad del Espectáculo, que se alimentan con nuestros deseos. Aprendiendo, yo por lo menos, a vivir la necesidad como necesidad y no como deseo. Salir de la tiranía que supone vivir nuestros deseos como necesidades. Esta confrontación la imagino en la fábrica, en el puesto de trabajo, en el sindicato, en el partido, en la comunidad de vecinos, en la campaña electoral, etc...
Ahora bien, la acción de la pobreza necesaria tiene que ser organizada e inteligente, porque la necedad lo es y, además, agresiva y triunfante (Bonhoeffer)...Sin embargo, "en la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro. Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se le llamará y los necios por ella no vagarán"(Is.35,7-8).