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... continuació del document Reconstruir la esperanza


II.- El hoy y los signos de los tiempos
A pesar de lo anterior hay evidentes señales de esperanza. Citamos sólo algunas de las que consideramos más significativas para los creyentes que luchan por otro mundo posible.

1. Comienzo de la mundialización de las resistencias
En los primeros cinco años del siglo XXI hemos vivido las manifestaciones más masivas de la historia contra “el nuevo orden mundial”, sobre todo contra la invasión de Irak, pero también contra el modelo económico diseñado para Europa, la Constitución finalmente retirada, o en protesta por los atentados contra la naturaleza, el caso del Prestige o plan hidrológico. En América Latina los movimientos sociales están configurando, incluso electoralmente, un cambio de signo político en el continente a favor de las clases populares.
A nivel mundial la contradicción económica sigue siendo la contradicción social fundamental. Las cifras y estadísticas no sólo deslegitiman el capitalismo desde el punto de vista ético sino incluso desde el punto de vista de los resultados, el económico.
Pero hoy se lucha desde alternativas concretas con la esperanza que lleguen a formar un frente. Por eso para que éstas puedan ser creíbles en tanto que alternativas, y no lleguen a convertirse en una pieza del sistema, no basta que funcionen. Deben enmarcarse en un contexto global más amplio que tienda hacia el mismo objetivo. Esto fue lo que desde sus inicios han pretendido los Foros Sociales. Denuncian la lógica interna que regula las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas y rechazan el capitalismo depredador y el modelo neoliberal por injusto y suicida, y a la postre por dogmático. Representan el primer intento de referente global y, con todas sus ambigüedades, han conseguido deslegitimar el capitalismo, generar esperanza y que en el imaginario social se pasara de “El final de la historia” o que no hay alternativa, al eslogan “Otro mundo es posible” como leitmotiv mundial.
Se trata de un proceso en formación y que no tiene todavía fuerza suficiente para configurar un movimiento global contra el imperialismo. No debe pedirse además a los Foros aquello para lo cual no fueron creados, eficacia política. Son fundamentalmente espacios de creación de conciencia y de intercambio.
Por eso mismo pueden generar esperanza. Porque se ha hecho evidente que en este mundo de mercado global ya no son posibles las respuestas por sectores: ecología, pacifismo, respeto a las minorías, condonación de la deuda, democracia participativa. La respuesta debe ser global. El campo de trabajo sobre el cual opera cada uno de estos Movimientos es sólo el punto de partida, el prisma a través del cual se opera para el cambio total.

2. Mundo definitivamente laico y adulto que no acepta la tutela de la Iglesia .
El mundo occidental moderno es ya un mundo definitivamente laico, que se ha laicizado progresivamente, muy rápidamente desde la industrialización y que rechaza cualquier forma de presencia de las iglesias en la vida civil que pueda parecer intento de tutela o de mantener privilegios. Laicidad no significa negación de Dios sino respeto respeto a lo religioso y a la diversidad religiosa, a la multiconfesionalidad y multiculturalidad. El humanismo laico tiene un carácter abierto. Se trata de un hecho positivo, un crecimiento cualitativo de la humanidad, una manera de ser, de sentir, de actuar, de respeto a la multiculturalidad y multiconfesionalidad, una manera de afrontar la vida con confianza, una ética. En la laicidad podrán encontrarse como en un espacio común tanto los que creen como los que no creen en Dios, tanto cristianos como marxistas o musulmanes sin que nadie deba renunciar a su filosofía o creencias.

La laicidad defiende unos valores profundamente humanos. En este sentido, puesto que como cristianos sabemos del misterio de la encarnación, podríamos decir que en tanto que humanos son también valores sagrados. Es como dar el significado completo a aquello tan esencial del “Dios se ha hecho hombre”. Porque en definitiva es Jesús, el Dios-hecho-hombre el que da una significación casi sagrada a todo lo humano, y por tanto también al hecho de la laicidad, de la secularización.

Las Iglesias han dejado de ser la única fuente de moralidad y son la persona y la comunidad quienes construyen la moral acerca de los derechos humanos de la justicia y de la libertad, de la paz, de las relaciones personales y afectivas, del aborto y la eutanasia, del origen de la vida y genética..

Además afortunadamente en un mundo laico es más difícil la idolatría o manipulación de Dios en provecho propio como tantas veces se ha hecho
. dando valor absoluto a lo que sólo tiene valor relativo, como las estructuras, instrumentos, derecho canónico, rituales…
. convirtiéndolo en justificación última de normas “absolutas”, poder absoluto, mal absoluto…
. institucionalizando lo sagrado (sacerdote, escriba, obispo, patriarca, pastor, imán, rabí, ayatolá…)
. apropiándoselo una étnia como Dios propio y convirtiéndolo en causa de guerra contra otras etnias

Recordemos a Bonhoeffer y su visión no-religiosa del mundo ¿y si Jesús pudiera significar alguna cosa también pera las personas no-religiosas? y si el mensaje evangélico y de esperanza y la figura de Jesús dijeran alguna cosa al mundo no-creyente? En una palabra, es posible pensar en la fe religiosa en una época post-religiosa?

3. La crisis de lo institucional afecta de manera especial a las instituciones religiosas.
Una de las características de nuestro mundo es la falta de autoridad moral de toda clase de instituciones. Esto afecta de manera particular a las instituciones que representan valores, las políticas, sindicales y religiosas y de manera más particular todavía, en nuestra cultura occidental, al cristianismo. La iglesia ha dejado de ser percibida como mediación sincera de lo sagrado. En si mismo esto no tiene porqué ser malo. Probablemente ayudará a purificar al cristianismo de adherencias que no tienen nada que ver con su mensaje original.

En realidad el cristianismo no apareció en sus orígenes como una institución sino como una nueva manera de relacionarse con Dios. La fe en Cristo resucitado rompía toda clase de ataduras con la institución religiosa de su tiempo, comenzando por las más emblemáticas, la circuncisión y el templo. Y sus relaciones con la religión de Grecia y Roma fueron conflictivas hasta el martirio. Aquella fe era una cosa aparte, no encuadrable en la categoría de una religión. El cristianismo que hemos recibido no responde tanto al mensaje evangélico original como al resultado de la compleja formación histórico cultural y espiritual occidental en la que aquél mensaje se ha encarnado a lo largo de los siglos.

Hoy parece evidente que las religiones sólo podrán hacer perdurable su intuición fundamental si consiguen liberarse de las formas culturales que durante siglos han utilizado como matrices ideológicas y organizativas de su mensaje. Más en concreto, si saben morir como religión e intentan purificar su fe de las adherencias religiosas, políticas, culturales y económicas que con los siglos han ido incorporando. Sólo muriendo las religiones podrán sobrevivir. Esto vale para todas las religiones pero sobretodo para el cristianismo, ya que éste se ha considerado la única religión perfecta.
Por eso nace un momento propicio para los que buscan otra forma de vivir la fe. Son cada vez más los que esperan poder escuchar otra voz de iglesia que nazca de la fe en el Jesús de los pobres, una palabra de misericordia ante tanto sufrimiento, una voz profética.
Incluso parece que “lo Sagrado” ha huido del mundo religioso para refugiarse en el profano, donde parece que puede conservar mejor el sentido del misterio. Hay ya grandes experiencias místicas que nacen al margen de la las instituciones religiosas (Simone Weil) o al margen de la misma religión.

4. Aparición del pluralismo religioso y la renovación teológica.
Se trata de un fenómeno absolutamente nuevo en la historia de la humanidad y especialmente de Europa en la que desde hace 1500 años la Iglesia Católica goza de monopolio religioso sin competencia, que nos vendrá por vecindad aunque no queramos como una consecuencia más del mundo globalizado en comunicaciones y transportes, vida intelectual e intercambios universitarios, y sobre todo de manera muy directa y masiva por la immigración, con un importante componente de conflicto de clase y social.

La cristiandad, la gran formación política, social y cultural que ha configurado occidente durante mil quinientos años, está destinada a desaparecer y además de una manera may rápida. Los datos acerca de la immigración son reveladores de la importancia del cambio que se avecina y de su rapidez. Culturalmente y políticamente no será sostenible el estatuto de privilegio que hasta el presente ha tenido el cristianismo, y en consecuencia no podrá mantenerse socialmente como la “única” religión verdadera. Al contrario, deberá tomar conciencia de su propia realidad de religión particular en medio de las otras religiones. La Iglesia no será ya la “única puerta de salvación” (extra ecclesiam nulla salus).

No son apriorismos sino constataciones sociológicas, consecuencia del mundo globalizado.

¿Con qué valores y resortes podemos hacer frente a esta situación tan inédita? Sólo con uno: considerarlo como una riqueza, y estar dispuestos a compartir. Además, visto desde la fe y para el creyente probablemente es el mayor regalo de la globalización, una llamada de Dios, una nueva revelación de Dios hacia la humanidad, una oportunidad, nuevas posibilidades que nos da para conocer otras facetas de su mismo Ser-Uno.

Este hecho sociológico obligará a sentar las bases de una nueva teología. Igual que los primeros cristianos buscaron fórmulas adaptadas a las categorías de su tiempo para expresar su fe (fórmulas que hoy no rechazamos, pero que nos resultan estrechas porque las categorías del mundo son del todo otras), hoy tenemos la gran tarea de formular nuestra fe de siempre en el Jesús del evangelio con nuevas palabras y expresarla con nuevos símbolos y ritos.

En parte ya hemos empezado. En poco tiempo hemos pasado de una teología que decía que “fuera de la Iglesia no hay salvación” (que pastoralmente impulsaba las misiones y al esfuerzo por “convertir paganos”) a otra que decía que “fuera de Jesucristo no hay salvación” (que impulsaba al respeto a las demás confesiones a pesar de considerarnos a nosotros únicos poseedores de la verdad al afirmar que toda persona se salvaba por Cristo aun sin conocerle), a la afirmación que “todas las religiones son verdaderas” y salvíficas, todas igualmente son espejo de Dios.

Pero esto no basta. Debe construirse una nueva teología en la que el misterio Dios y el sentido del misterio de toda persona en la búsqueda de Dios, es decir, la multiconfesionalidad, será un elemento central, en la que los textos fundantes de las otras confesiones sean considerados igualmente palabra de Dios. Una teología en la que Dios pueda ser vivido como espacio de encuentro de todos, no como un Dios patrimonio de unos pocos. La construcción de esta teología deberá superar no pocos obstáculos tanto de las cúpulas de las iglesia s como de aquellos que utilizan el nombre de Dios para la confrontación. Baste recordar que hace poco, en el año 2000, la congregación para la doctrina de la fe publicaba la declaración Dominus Jesus, firmada por el entonces cardenal Ratzinger sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, rechazando por consiguiente cualquier intento de ecumenismo real.

Obligará a sentar las bases de una nueva cristología o nuevo relato de la encarnación aun a sabiendas que éste será un punto complicado, a buscar una nueva manera de narrar el encuentro de Dios con la humanidad, es decir, qué significa que Cristo fuera Dios, que fuera hombre y que fuera Dios y hombre a la vez, o sea los grandes debates de los primeros concilios de la iglesia (Nicea, Éfeso, Calcedonia) que definieron para siempre, con terminología griega, la teología del misterio de la encarnación.

Obligará a buscar nuevas formas de vivir en comunidad entre cristianos y entre creyentes de diferentes confesiones y teorizar más sobre ellas, es decir, profundizar en la eclesiología del Vaticano II. También a buscar nuevas formas de celebrar la fe. Aprenderemos de otras culturas, especialmente de las culturas no occidentales, el valor que para ellas tienen los símbolos. Enfatizando lo simbólico entenderemos mejor la profundidad de algunos misterios que hoy formulamos casi exclusivamente desde la perspectiva de la filosofía escolástica (por ejemplo sacramentos, especialmente la eucaristía o lo relacionado con María).

Nos obligará también a la formulación de una nueva moral, sobre todo en lo que hace referencia a lo colectivo y a una manera de entender la falta y el perdón diferente de cómo se entendió después de la Reforma. A un nuevo ecumenismo, aplicando la oración de “un solo rebaño y un solo pastor” referida a toda la humanidad. Una teología en fin que nos ayude a descubrir el común denominador de todas las religiones: que Dios es un misterio, y que en todas, Dios es siempre el Dios de los pobres. Dios por consiguiente podrá ser vivido como espacio de encuentro y de diálogo para la paz.

Hoy no podemos saber que capacidad tendrá la Jerarquía de la iglesia católica, acostumbrada desde casi mil quinientos años al monopolio de lo religioso de acomodarse a la pérdida definitiva de influencia social o de tener que compartir los fieles con otras confesiones. De momento ha reaccionado sin entender el cambio de los tiempos, exigiendo más poder, dinero, espacios públicos, control de la moral. Son reacciones contrarias a la mas elemental lectura del evangelio que escandalizan y que se convertirán en boomerang contra los que las promueven.


III.- El futuro. Hacia dónde, desde dónde, con quién, cómo.

El diálogo que en 1973 culminó con los documentos de CPS había empezado mucho tiempo atrás, resultado de un largo proceso de encuentros y desencuentros con la cultura y los movimientos sociales. Fue una ola en la que confluyeron el antidogmatismo de ilustres pensadores de la izquierda y su práctica política y el antidogmatismo de la teología centroeuropea y su consideración de la historia como lugar teológico. Los sujetos de diálogo se fueron construyendo a lo largo de mucho tiempo y vaivenes. En 1973 los interlocutores eran ya muy claros.
Hoy estamos en una situación mucho peor. Los interlocutores o han desaparecido o están naciendo, en proceso de gestación. No hay referentes, no hay estructuras, no hay ideologías y no sabemos el camino. El sistema se nos aparece casi monolítico y no hay brechas tampoco en el monolitismo de la jerarquía de la iglesia. Se trata de empezar desde cero y por consiguiente no es fácil hacer propuestas.

Pero debemos buscar la luz en medio de las oscuridades. Las tensiones entre institución y profecía, entre poder y marginación, han estado presentes en todos los intentos de transformación radical, son otras tantas maneras de entender la dialéctica entre opresor y oprimido. Se trata de la permanente búsqueda de la utopía. Es fácil descubrir que todos los buscadores de utopía tienen algo en común. Porque más allá del tema concreto objeto de su compromiso- justicia, respeto a la naturaleza, paz, derechos humanos, sentido de Dios etc.- toda utopía pone en cuestión el poder (científico, político, eclesiástico o económico). Hay que constatar sin embargo que en esta lucha la mayoría sucumbieron.
La historia está llena de buscadores de la utopía religiosa, del ansia de descubrir en Dios el Dios de bondad. Y muchos, al igual que en las utopías civiles, fueron excluidos o condenados. Después siguen siendo ellos, incluso después de su muerte, los que impulsan los valores por los cuales la sociedad los había excluido. Esta fue la vida de todos los profetas y, sobre todo, la de Jesús.

1. Hacia dónde

Hacia la construcción de una ética social inspirada por la radicalidad del evangelio
El punto de partida de CPS y otros grupos cristianos afines siempre fue la deslegitimación del capitalismo. No sólo por sus efectos devastadores sino porque en su lógica es un sistema de deshumanización que convierte todo en mercancía. Las relaciones humanas, el trabajo, la cultura, educación, sanidad, la relación con la naturaleza, las instituciones políticas, incluida la ONU, todo se somete a la razón económica. No se trata de abusos sino de consecuencias inevitables, intrínsecas al modelo. Creemos por consiguiente que no se trata de humanizar el sistema sino cambiarlo, transformar las bases materiales de la organización económica que hagan posible la mutación cultural, de cambiar la lógica.

La doctrina social de la Iglesia y de la mayoría de las religiones condena sólo los abusos, lo cual significa que acepta la lógica. No por falta de sensibilidad social, sino por falta de análisis en las consecuencias de lo que se llama la “economía social de mercado”. Por eso la llamada de las doctrinas sociales de las iglesia s a la colaboración entre clases es una ilusión. Hay la tendencia a modelar la ética social en función de las relaciones interpersonales como si la sociedad fuera igual a la suma de las personas que la forman y que el cambio dependiera de la suma de los cambios individuales. Pero ingeniero de una fábrica de armamento, al margen de que individualmente se guíe por una moral irreprochable, pone sus conocimientos en la fabricación de armas para matar de manera mas rápida y barata, o el banquero en sus créditos, o el de la empresa inmobiliaria en su especulación del suelo, etc. No es condenable su moral individual, es condenable el sistema. Se acostumbra a decir que no hay nada peor como los buenos gerentes de un sistema perverso. Por eso las llamadas de las religiones a la ética o conversión individual no sólo pueden no conducir al cambio de las estructuras injustas sino que las pueden reforzar.

En el mundo occidental, además, la Iglesia católica se presenta como la instancia por excelencia creadora de conciencia moral. Aquí la Iglesia se siente competente y no deja de elaborar discurso moral, que, además, fundamenta en la revelación. Pero su discurso tiene un marcado carácter individualista alimentando más la compasión que la intervención social contra la injusticia. Ocurre en todas las religiones cuando analizan los fenómenos sociales sin tener presentes las estructuras de la sociedad. En ocasiones la religión justifica una visión de la sociedad en estratos superpuestos que deben armonizarse para formar un todo socialmente y moralmente coherente. La ética cumpliría esta función de cohesionadora social, es decir, el papel de justificación de una burguesía moderna y humanista. No es ésta la moral de justicia del evangelio.
CPS analiza la sociedad a partir de la existencia del antagonismo de clases a nivel mundial, nacional y local. Uno de sus objetivos es deslegitimar este sistema económico (idolatría del mercado) y apoyar los movimientos sociales de resistencia en busca de alternativas. Éste es el pozo de su espiritualidad. Con ello CPS sabe que nada contra corriente, que no es lo políticamente correcto, pero es el pozo de donde bebemos la espiritualidad.

Hacia una propuesta de liberación y reconstruir la esperanza
Ante la situación mundial parece broma hoy hablar de liberación y esperanza. Han sido derrotados en su realización histórica los principios del socialismo, víctimas tanto de los que quisieron imponerlo por la fuerza como de los que lo han diluido o dilapidado en el mercado capitalista. Pero más allá incluso de esto han sido derrotados los más antiguos y elementales principios de la ilustración, Libertad, Igualdad, Fraternidad. Por mucho que se sigan proclamando como referentes, su realización histórica está más lejos que antes. Conceptos como “desarrollo” y sus equivalentes, modernidad, consumo, tecnología, energía, conquistas etc. son cada vez más una burla para las sociedades del Sur.
La exportación de las guerras del Norte hacia el Sur para la rapiña de sus recursos naturales, la destrucción de los suelos cultivables, el agotamiento de las riquezas no renovables convierten aquellas palabras en objetivos inalcanzables para las mayorías.
En este contexto las palabras “liberación” o “esperanza” pueden aparecer naïfs, utópicas o idealistas. Es la opinión de quienes queriendo o sin querer sienten que no hay nada a hacer. Sin embargo no son palabras utópicas. En lugar de grandes discursos intentemos responder con imágenes.
. qué es liberación o esperanza para un inmigrado que viene a Europa en patera o para el que, escondido en el bosque espera saltar la valla de Ceuta o Melilla?
. qué es liberación o esperanza para un parado de larga duración?
. qué es liberación o esperanza para un país que tiene pagar en concepto de deuda el doble de lo que produce?
. qué es liberación o esperanza para un niño palestino tirando piedras al infinito desde hace diez años y condenado a seguir haciéndolo durante toda su vida?
. qué es liberación o esperanza para el pueblo ocupado de Irak?
Pues estas liberaciones o esperanzas son otras tantas imágenes de lo que hoy seria la construcción del Reino.

Hacia el Reino. Una mundialización de la justicia y la vida. Las Bienaventuranzas.
Jesús hace suya la expresión de Reino que había anunciado Isaías. Según Isaías era Reino de verdad y de vida, de gracia, de justicia, de amor y de paz. Jesús hace suya esta expresión del Reino. Según lo anunciaron, este Reino no tiene fronteras ni en el tiempo ni en el espacio. Existía y crecía mucho antes que la Iglesia existiera y vive y crece también ahora donde la Iglesia no llega, con el esfuerzo de los que trabajan por la verdad, la vida, la justicia, el amor y la paz.
Sin ninguna excepción los profetas fueron los grandes defensores de los pobres ante la opresión de los ricos. Esta será también una de las principales funciones del Mesías. Recordemos sólo los bellos textos de Amós o de Isaías a favor de los pobres o contra los que los extorsionan, o el himno de Maria “a los pobres colmó de bienes y a los ricos despidió vacíos”.
Jesús lo retoma en el famoso texto del juicio final de Mateo 25: “Venid benditos de mi Padre porque estaba desnudo y me vestisteis, hambriento y me disteis de comer, en la cárcel y me visitasteis…” Es decir, Jesús construye su Reino desde la práctica de la liberación histórica de los oprimidos, desde la resistencia a la opresión, dando esperanza concreta e histórica de salvación.
Para el creyente la lucha social y su entrega a favor de la vida es la manera normal de la encarnación de su fe. Con ello construye el Reino ya aquí, independientemente del éxito o fracaso. Por eso este compromiso no tiene nada que ver con la concepción protestante del rendimiento o de la eficacia. Esta será su ascesis, su sacrificio, su compromiso, su expresión del amor e incluso su espacio de mística y de oración

El evangelio es ante todo una lección de vida y de práctica. Es fuente de moralidad en sus llamadas a la justicia y a la igualdad. Pero el evangelio, además de un mensaje de justicia, es también anuncio de un mundo futuro. Se trata de “el mundo al revés” que anuncia Jesús como característica de su Reino: “los últimos serán los primeros”, y su texto más emblemático son las Bienaventuranzas.

La IGUALDAD entre los hombres es cosa de Derechos Humanos, de justicia, de abogados, de luchas, de reclamaciones, de huelgas, de política. Quizá no llegue a cumplirse nunca pero es un horizonte y tarde o temprano crecerá la conciencia. Por eso en su compromiso político el cristiano no tiene mas alternativa que guiarse por la moral radical de la igualdad de capítulo citado de Mateo 25, y en su esfuerzo coincidirá con el resto de hombres y mujeres de buena voluntad. Este texto responde a la lógica de la defensa de los Derechos Humanos, a la lógica de la razón.
La IGUALDAD que anuncia Jesús responde a una lógica diferente, no es resultado del derecho, sino algo gratuito, es un don del Dios que anuncia Jesús. Dada la “desigualdad” social existente, Jesús la acentúa, pero al revés. Los “preferidos” del Reino son los pobres, los pacíficos, los perseguidos, los que trabajan por la paz, los marginados, los excluidos, los perdedores, el indigente, el débil, el forastero. No sólo los marginados económicamente, sino también del poder o de la sabiduría. El mismo Jesús fue progresivamente marginado por las estructuras de poder. Por eso como creyente el cristiano se guiará por las Bienaventuranzas en las que, de manera no explicable por la razón, Jesús anuncia que en su Reino los pobres son los primeros.

Vivimos en una continua tensión entre este presente injusto y de dolor y el futuro del Reino anunciado en las Bienavenuranzas y en el triunfo del bien sobre el mal del final del Apocalipsis. También San Pablo decía que el Reino de Dios ya ha comenzado, que está entre nosotros, pero padece violencia como dolores de parto. Por la fe tenemos la certeza de la esperanza y podemos anunciar el futuro. Esta fue la función de los profetas antiguos y la de los profetas nuevos, Helder Cámara, Oscar Romero, Mahmud Atta, Bonhoeffer, Simone Weil, Juan XXIII y debería ser también la nuestra.

2. Desde dónde

Desde las ciencias humanas y las ciencias sociales
Una lectura comprometida de la realidad hecha desde la fe debe hacerse con rigor y con el único rigor que pueden ofrecer las ciencias humanas y sociales. El científico creyente, además de su visión profesional en el análisis de los fenómenos humanos y sociales contribuirá a la construcción colectiva de la fe con la especificidad de su disciplina porque en su lectura del evangelio aportará una nueva visión a la vida y al discurso de Jesús. En demasiadas ocasiones la iglesia se ha creído en una posesión de la verdad que después se ha demostrado falsa y ha comprometido la fe en cuestiones que se dilucidaban desde la biología, la psicología, la medicina, la economía o la sociología.

Desde la fe y desde la profecía.
La lógica de la fe y la lógica de la oportunidad política pueden ir en la misma dirección, pero pueden ir también en direcciones opuestas.
La fe habla desde la imprudencia, desde la voluntad de hacer presente el Reino. Sólo será testimonio si la imprudencia de las palabras viene avalada con hechos, por la conducta de quien habla. Por eso los hechos que provienen de la fe son siempre radicales, anuncian el futuro, son ruptura con el presente injusto.
Cuando los cristianos hablan desde la política pueden discutir acerca de oportunidades y estrategias, sobre negociaciones y pactos, sobre la posibilidad de concretar en leyes etc. pero cuando hablan desde la fe sólo deberían ayudarse ser más fieles a Jesús que pone a los pobres como preferidos, porque deben hablar y actuar no desde la prudencia sino desde la profecía. Por esto en algunas actuaciones pueden ser incomprendidos por sus compañeros políticos.
Por ejemplo, en temas como immigración, deuda, cierre de empresas, lucha contra el neoliberalismo etc. se pueden valorar de diferente manera los reglamentos, el papel de los sindicatos, la estrategia política etc. pero desde la fe las consideraciones sobre estas mediaciones o procedimientos deben pasar a un segundo lugar porque solo debe tenerse presente la figura del pobre, que es la encarnación concreta de Jesús.
Este fue el gran error en la condena de la teología de la liberación. Se tuvieron demasiado presentes las mediaciones ideológicas o políticas, no los criterios evangélicos o la vida y muerte de sus mártires. Igualmente algunos de los mensajes de las Jerarquías de las iglesias acerca de la paz o de la justicia son poco creíbles porque son más resultado de la prudencia o de pactos políticos que de gritos proféticos sinceros.

El gesto profético no entra en cálculos tácticos, rompe esquemas, sorprende a la imaginación, nace de una llamada profunda, se sitúa en un nivel diferente del conflicto en concreto. Sólo cuando hablemos un lenguaje que nos ayude a ver este mundo de la razón y la prudencia al revés, sólo entonces se entenderá que la razón más importante de nuestra vida se sostiene en otro fundamento. Y desde este otro fundamento podremos anunciar la esperanza.
Se trata de hacer presente, hoy, el mensaje de la cruz de la primera a los corintios. ¿Dónde están los sabios –los políticos que juzgan desde la razón o la prudencia- de este mundo? Porque los judíos piden prodigios, los griegos sabiduría, pero nosotros hablamos de un Mesías crucificado, escándalo para los judíos y absurdo para los griegos.

Desde el Jesús pobre y desde la laicidad.
A Dios nadie le ha visto. La única posibilidad que tenemos para conocer a Dios es Dios mismo. Y esto se hizo posible en Jesucristo. En Jesús Dios se hizo pobre, gusano de los hombres y rechazado de todos. Desde entonces sus seguidores sabemos que somos los seguidores de un ajusticiado. Desde entonces el único signo, sacramento, de Dios, es el pobre histórico. Fuera del pobre no hay salvación.

Jesús fue condenado por los poderes civil y religioso porque se rebeló contra la Ley y se opuso a una religión vinculada al poder. Fue expulsado del mundo de la religión establecida y su muerte es consecuencia de un acto de rebelión. Por ello la cruz de Jesús sólo puede ser vista como la condena o la negación de la religión como estructura de poder. Además, Jesús acaba en la cruz en una angustiosa soledad. En el momento supremo de su amor total, cuando se cumple de manera definitiva aquello de “ser para los demás” se encuentra solo y se queja que Dios le ha abandonado, ha desaparecido. Por eso, paradójicamente, la cruz puede ser también un lugar propicio de encuentro entre fe y ateísmo.

Esta humillación de Jesús hasta el final es lo que impide que esta fe pueda ser explicada o transmitida con medios de poder y también que pueda tener traducción en una religión institucionalmente organizada como estructura de poder. Pero es también la puerta hacia la resurrección. Jesús pasa de delincuente y condenado según la Ley a la derecha del Padre “que le dio un nombre que está por encima de todo otro nombre”. Y en esta fe en la resurrección el creyente mira el futuro hacia una nueva vida, que es promesa y esperanza. En definitiva Jesús anuncia que el sufrimiento y la muerte no son la última palabra de ningún acontecimiento humano.
Estamos hablando del núcleo esencial de nuestra fe y la razón última de la esperanza, del motivo fundamental que nos impulsa a trabajar en el mundo laico y ateo y en el mundo de los pobres y humillados. En un trabajo que no debe hacer distinciones de credos. El ecumenismo entre iglesia s es importante, pero más importante es el ecumenismo entre todas las criaturas en la construcción del Reino. En concreto esto nos conduce al encuentro con los movimientos sociales.

3. Con quien y cómo

Con los movimientos sociales como sujeto de transformación
Si en 1973 CPS supuso la confluencia o reconciliación entre cristianismo y socialismo, siguiendo el mismo reto al que se respondió en su momento, hoy debería ser también confluencia o encuentro entre
a. Movimiento creyente con movimientos sociales
La mayor parte de CPS estamos implicados en los Movimientos Sociales de los que hemos hablado y en diálogo con los no-creyentes en foros sociales, luchas sectoriales…. Sin embargo hay todavía una gran desconexión entre estos y los movimientos de inspiración religiosa o de la Teología de la Liberación aunque tengan preocupaciones parecidas y objetivos comunes. También nosotros vivimos estas dos militancias, la de la fe y la del compromiso por la paz, immigración etc., como compromisos separados.
Se trataría de superar individualmente y colectivamente esta dicotomía. Para el cristiano la fe es una fuerza y acostumbra a ser una de las principales motivaciones en sus compromisos. Si en su momento CPS pudo ser espacio de encuentro, nudo que pudo atar movimientos aparentemente separados, aquel CPS hoy debería poder traducirse en cristianos-por-la-paz, cristianos-a-favor-de-la-inmigración, cristianos-por-los-derechos-de-las-mujeres etc…
b. En un amplio movimiento ecuménico por la justicia y la paz.
También la mayor parte de CPS estamos cerca del diálogo interreligioso e intercultural. Pero nos falta dar el paso para confesarnos, además de CPS, “creyentes en el único Dios de todas las religiones”.
Se trataría de poder impulsar desde todas las confesiones religiosas un amplio movimiento por la justicia y la paz, creando espacios de colaboración y desde un sentido profético de denuncia y anuncio.

Con una mejor organización y estableciendo contactos
Con una propuesta, un horizonte y estrategia de participación social, política y económica con el resto de movimientos sociales. Para ello es necesario:
Identificar y poder llamar a personas o grupos aislados, curiosamente cada vez más numerosos y pertenecientes a todas los estratos sociales, que se encuentran en solitario porque que no soportan la censura, el control o el infantilismo que la iglesia impone; intelectuales o colectivos procedentes de la pobreza o de la marginación que de manera sorprendente mantienen la fe. No echaron la toalla en el intento de modificar la institución, pero hoy sus prioridades absolutas son otras y que consideran más cercanas al evangelio, el pobre, el encarcelado, el tercer mundo. Probablemente viven de manera inconsciente las coordenadas de la nueva situación mundial y de fe: el sentido de libertad, la conciencia que Dios es Uno y el mismo para todas las confesiones, la laicidad como una manera adulta de estar el mundo, la ética procedente de la ciencia y los Derechos Humanos y sobre todo la visión del mundo desde la óptica del pobre.
Garantizar la presencia de CPS en los Foros Sociales y en encuentros parecidos, intentos de coordinación, trabajos en red…
Contactar con grupos parecidos del conjunto del Estado, de Europa y de los países del Sur a partir del movimiento antiglobalización, de los contactos que tienen muchas ONGs.
Impulsar la creación de la red, de los pequeños grupos, de personas aisladas etc. que trabajan en el mundo de los pobres y de la marginación, manteniendo la identidad de cada grupo.
Compartir experiencias, acompañar las necesidades y urgencias de los que nos rodean
Impulsar un acompañamiento real de los cristianos comprometidos, la creación de espacios claros para profundizar la Fe, de celebración, de elaboración de un nuevo discurso teológico y moral, de intercambio de experiencias que facilite conocerse y trabajar juntos.
Conectarse con personas y grupos de otras confesiones religiosas a fin de que, profundizando cada uno en su propia Fe en el mismo Absoluto-Dios vayamos construyendo el macroecumenismo
Debería considerarse la oportunidad de un manifiesto sintético que explique los valores que consideramos básicos (anticapitalismo, solidaridad, la Fe encarnada, espiritualidad, Iglesia ...).

Con una espiritualidad mística y de compromiso, para la
1.- Recuperación del sentido de Dios y del misterio, de la mística
2.- Recuperación del sentido de la historia y de la tensión escatológica
3.- Recuperación del sentido de la responsabilidad del pobre
4.- Recuperación del concepto de la persona humana y su dimensión comunitaria
5.- Recuperación del diálogo con el mundo
6.- Recuperación del dialogo con las otras religiones
7.- Recuperación del símbolo
8.- Recuperación del sentido de la institución y de la comunidad
9.- Recuperación del debate intelectual
10.- Recuperación del Padrenuestro.


Confianza en el futuro.
Es cierto que las fuerzas del mal y del pecado estructural, la injusticia y la violencia en el mundo, han crecido en los últimos años con una rapidez que no preveíamos.
Sin embargo seguimos creyendo que a pesar de este momento, tan negativo, hay también grandes motivos de esperanza. En primer lugar porque hay buenas razones para confiar en el presente, en la fecundidad del trabajo, de las ideas, de las personas, de los equipos.
Pero sobre todo porque nuestra Fe y Esperanza no se fundamentan en la circunstancia social, política o de la iglesia-institución de cada momento. Tenemos la obligación de construir una circunstancia social, política y una iglesia-institución mejor que la presente, pero nuestra esperanza va más allá de la circunstancia. Nuestra esperanza no viene sólo de la confianza en nuestro trabajo sino también del sentido de futuro. Es un mensaje de Utopía.
Ensayamos la “otra iglesia posible”, al margen del poder, humilde, casa de acogida, confiando en Jesús, lejos de la sabiduría y prudencia y cálculos de rendimientos de otros grupos, referente de denuncia de las injusticias, que tenga capacidad de hacer suyo el grito profético y de acompañar al desvalido, desmitificadora de la autoridad, horizontal y fraternal. En definitiva que teniendo presente que Dios no habla en abstracto sino que lo hace a través del grito silencioso de las víctimas, no tenga necesidad de utilizar las palabras para hablar de Bienaventuranzas, simplemente porque las explica con los hechos.
Propuesta de cuestionario

1. El ayer y sus esperanzas
Desde una perspectiva histórica la situación social y de fe de hace treinta años, sin lugar a dudas era, a pesar de sus sombras, un momento más propicio para la esperanza que el momento presente.
Hoy deberíamos poner en común porqué. Donde estábamos, como vivíamos desde nuestro lugar concreto el diálogo entre fe y mundo, entre iglesia y clase obrera, cuales fueron los momentos más importantes.
Qué grupos respondían a esta llamada, con qué valores, perspectivas, donde tropezaron. qué papel jugó la jerarquía y cual jugaron las comunidades de base.
De qué muletas nos servimos, lecturas, instituciones, qué personas nos ayudaron.
Cómo vivíamos el momento político a nivel mundial, la guerra fría, el Vietnam, el 68.. Y cómo vivimos desde la fe el final del franquismo y la transición.
Cómo vivimos el Concilio y el postconcilio, qué significó la Teología de la Liberación y los ejemplos que nos llegaban de América Latina, qué significó asimismo el nacimiento de CPS.
Y finalmente, cómo hemos vivido la derrota.
No sólo han cambiado los tiempos sino también los valores y las ideologías: aparición triunfante del neoliberalismo y postmodernismo, el restauracionismo en la Iglesia, etc.

2. El hoy y los signos de los tiempos
Sin embargo, a pesar de la derrota creemos que hay signos evidentes para la esperanza. Y en cualquier caso, auque humanamente hoy todo sea más complicado, desde la fe debemos vivirlo como una nueva oportunidad.
Vivimos un momento de tránsito y quizá de cambio de civilización. El mundo globalizado del futuro tendrá muy poco que ver con el pasado.
Han nacido movimientos de contestación global al sistema que proclaman que “otro mundo es posible”, que la paz es posible, que la justicia es posible etc. A pesar del llamado postmodernismo o “pensamiento débil” ha surgido con fuerza un “pensamiento fuerte” que rechaza este sistema. La configuración ideológica y organizativa de este movimiento será lenta.
¿Cómo puede colaborar la fe, los grupos cristianos, el evangelio, las confesiones religiosas en general a la configuración de este “nuevo mundo posible”? ¿cómo colaboran? ¿cómo colaboramos?
Por otra parte las iglesias se han situado a la defensiva frente al mundo y su evolución. En concreto, por ejemplo frente tres hechos:
. la laicidad o mayoría de edad de la humanidad en criterios de ética, vida privada, presencia pública del hecho religioso,
. la crisis de las instituciones religiosas cuando no reflejan con nitidez el mensaje de fe, o cuando están excesivamente vinculadas al poder político o económico,
. la multiconfesionalidad o aparición social a nivel de igualdad de todas las confesiones religiosas…
Los andamiajes sobre los cuales se ha asentado sociológicamente la iglesia durante mil quinientos años se están viniendo abajo.
¿Cómo nos hemos situado nosotros frente a cada uno de estos fenómenos?
¿Qué otros signos parecidos a estos observas en el mundo en general, en España, en tu ciudad?

3. El mañana ¿desde dónde, con quién y cómo podremos reconstruir la esperanza?
En esta tercera parte sólo se pueden ofrecer principios generales o fundamentos y algunas sugerencias de organización porque no hay respuesta. Todos los movimientos se formulan las mismas preguntas, desde el zapatismo al movimiento ecologista, desde los Foros Sociales al movimiento por la paz, desde la Teología de la Liberación a CPS. La respuesta se encontrará a partir de la práctica. Por eso pedimos que los grupos reflexionen sobre todo este apartado y pongan en común sus experiencias.
La primera cuestión debe ser si en lo concreto y en la práctica estamos de acuerdo con los fundamentos, el “hacia dónde” y “desde dónde”, preguntándonos por ejemplo
¿Qué significaría hoy la fidelidad a los profetas? ¿Qué señales de profecía somos capaces de dar?
Pero sobre todo proponiéndonos un nuevo modelo de relaciones entre los movimientos de fe y los movimientos sociales. ¿Cuál es el papel del creyente en estos movimientos? ¿No hemos separado demasiado compromiso social por una parte y fe por otra?
En el texto se dan muchas sugerencias acerca de nuevas posibles formas de relacionarnos ¿qué es lo que estamos ya haciendo en concreto? ¿cómo prever consolidarlo?