– Quizás tengamos que ir asumiendo, de una vez por todas, que la RELIGIÓN no nos hará libres. Ni a los hombres en general ni a las mujeres en particular. La fe de las religiones no es un privilegio que se pueda celebrar demasiado: su historia de sangre y negación de la vida, su idolatría absoluta por el poder y el dinero...obligan a plantearnos su cordura, su humanidad. Si Dios está solo para qué diablos hacen falta las religiones, aprendamos a creer en soledad y a ser cómplices en la acción fraterna; aprendamos a sentir la triste figura de nuestro prójimo como la nuestra. Hasta la fecha, toda otra cosa ha sido engaño.
La dificultad y resistencia interior que, sin embargo, encuentro es el “holocausto”, el terrible e insoportable sufrimiento y muerte sin sentido de millones de seres humanos empujados al abismo por mil circunstancias y decisiones, lacerantes todas ellas. La cantidad de sufrimiento es tal que me hace dudar del final del infierno. Cuesta trabajo aceptar el horror. Aún más, descubrir que lo horroroso del horror es que hace que nos engañemos sin engañarnos, tiñendo la esperanza de complicidad criminal.
Hay discordia en mí y no encuentro la paz. Como testimonio de mi indignación y de mi fe sirva la siguiente estampa:
Machado es claro. Dios está solo; Dios está en la cruz. Las Iglesias de este mundo velan sin descanso para que no se le baje del madero. Sólo la voz popular gime por su desprendimiento. Dios resucitó pero resucitó en cruz y los sumos sacerdotes y faraones de este mundo no le dejan bajar, ni dejan a nadie que lo bajen. Las Iglesias guardan silencio, el mismo que desde su balcón vio desfilar a millares de inocentes hacia su martirio. Han legislado contra el pueblo griego, como Nuremberg contra el pueblo judío, y todas callan. Todas las religiones, hay que decirlo alto y fuerte son Opio y Apóstatas de la Esperanza, del Amor y de la Fe. Encarnan el ateísmo como maldición. ¡¡¡Las maldigo tres veces!!!
Y con alegría grito y proclamo: ¡Bienaventurados los ateos que no creen en el Opio ni en la Apostasía de las religiones, y nos enseñan cada día a caminar mar adentro sobre las aguas, desnudos, descalzos, desamparados, llevando, solos, resucitado en su corazón, a aquel que no dejan descender de la cruz!