19 de juliol 1979: Triomf de la revolució sandinista.
19 de juliol 1983: Yamilet Sequeira Cuarte, catequista, Nicaragua.
20 de juliol 1981: Mantança de Coyà, Guatemala.
20 de juliol: Santa Margarida encen la calor
21 de juliol de 1987: Alejandro Labaca, vicari, i Inés Arango, missionera morts a la selva (Equador)
23 de juliol: Mort d'Alfons Comín, impulsor de “Cristians oel Socialisme” i de Joan García Nieto.
24 de juliol: Santa Cristina
25 de juliol 1983:Luís Calderón i Luís Solarte, màrtirs de la lluita dels sense sostre a Popayán, Colòmbia.
25 de juliol: Sant Jaume
Benvolguts amics i amigues, bon día i bona hora.
J.M. Díez Alegría ens fa el següent comentari de la Carta de Sant Jaume:
El documento presentado bajo el nombre de Santiago, que indica, sin duda, al hermano de Jesús (Mc 6,3; 1 Cor 15,17; Gál 1,19), dirigente de la asamblea de Jerusalén (Hch 15,13), es probablemente un escrito de fines del siglo I, proveniente de comunidades judeo-helenísticas, en que quizá no serían desconocidas tradiciones derivadas de aquél. Es un texto de notable nervio profético, que parece reaccionar contra tendencias en un cierto aburguesamiento conformista:
“Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que aman? ¡En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre! ¿No son acaso los ricos los que oprimen y arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso nombre que ha sido invocado sobre vosotros? Si cumplís plenamente la ley según la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obrási bien; pero si tenéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos de transgresión por la Ley” (Sant 2, 5-9)
En esta hermosa homilía se contiene la más fuerte diatriba conra los ricos que pueda leerse en el Nuevo Testamento:
“Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están roñosos y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo: él no os resiste.” (Snt 5, 1-6)
El tono es parejo al de los profetas del Antiguo Testamento.
En el texto de Santiago hay una perícopa bastante enigmática, que merece un momento de reflexión. Dice así:
“Que se gloríe el hermano de condición humilde (ho tapeinòs) de su exaltación, y el rico, en cambio, de su hunillación (en tê tapeinôsei autoû), porque pasará como flor de hierba, porque salió el sol con el bochorno y secó la hierba y su flor cayó y la belleza de su aspecto se disipó: así también el rico se marchitará en sus empresas.” (Sant 1, 9-11)
¿Qué quieren decir estas palabras? La exaltación del hermano de condición humilde se refiere sin duda a la dignidad evangélica de los pobres. Santiago lo afirma expresamente en el contexto:
“Dios escogió a los pobres de este mundo como ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman” (Sant 2,5)
Pero ¿a qué se refiere la “humillación” de la que debe gloriarse el hermano rico? Evidentemente no se puede tratar de ufanarse de su posición, como rico, desfavorable respecto a la promesa del reino. Ha de tratarse de encontrar la posibilidad de participar de la “condición humilde”, de hacerse pobre o verse reducido a la condición de tal. Santiago alude a un fracaso del rico en sus empresas: sus éxitos como rico son efímeros. Quizá pueda haber aquí una alusión a cristianos ricos que por circunstancias (o por flaqueza) no son capaces de “elegir ser pobres”. Éstos deberían poner su esperanza en que un cambio de circunstancias (un descalabro socio-económico) los lleve a participar de la condición humilde. El cristiano rico no debería tener horror a la eventualidad de verse despojado de sus riquezas, sino más bien deseo de perderlas, para verse libre de este impedimento antievangélico. Esto resulta paradójico. Parece imposible. Como el paso de un camello por el ojo de una aguja.
Otro aforismo notable de la carta de Santiago es el siguiente:
“La religión pura e intachable es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado de este mundo.” (Sant 1,27)
Religión (threskeía) es la palabra que designa las actividades específicamente religiosas. Aquí viene a decirse: la verdadera religión no es “lo religioso”, sino la solidaridad y el amor efectivo al necesitado. El punto de vista de Santiago entroca plenamente con la parábola del juicio final del evangelio de Mateo (25,31-46)
Una abraçada germans i bon diumenge, JVClemente.